Campaña: "La noche de la fanática"
Parte II: "Las máscaras de medianoche"
by Debion

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La noche maldita de Agnes Baker


Experiencia


1x Luz cegadora (nv.2) - Cambio por Luz cegadora (nv.0)

1x Estatua grotesca (nv.4) - Cambio por Videncia (nv.0)

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Escenario II: Las máscaras de medianoche


Mientras la casa de Agnes Baker ardía y se caía a pedazos, Lita Chantler, su nueva aliada, se la llevaba a salvo de las bestias salvajes que ella llamaba gules. La noche era ya cerrada y había poca gente en las calles de Arkham cuando llegaron a los muelles del Barrio Fluvial. 

Más tranquilas, Lita Chantler se tomó su tiempo para explicarle a Agnes todo lo que sabía, o al menos parte de ello. Aquellos gules eran seres de otra dimensión que habían conseguido entrar en nuestro mundo con la colaboración de una secta secreta de seres humanos cuyos fines maléficos estaban fuera de toda duda. Entre ambos, secta y seres monstruosos, existía una estrecha colaboración en la que unos les conseguían alimento (seres humanos) y los otros les hacían el trabajo sucio. Al parecer ambos grupos estaban últimamente más activos que nunca, y Lita sospechaba que había algo grande tras esta actividad. También le contó que los miembros más destacados de la secta eran habitantes de Arkham que usaban máscaras de cráneos de animales en las reuniones que formaban incluso para ocultarse de ellos mismos. Para saber más acerca del plan oculto que esta secta tiene preparado para la medianoche, Lita sugirió seguir la pista de estos miembros destacados y sonsacarles información antes de las doce de esa misma noche.

Aunque apenas quedaban un par de horas para la medianoche, ambas se dividieron con la promesa de encontrarse más adelante y hablar sobre la información descubierta con la esperanza de desbaratar los siniestros planes de la secta y sus viles y horrendos secuaces.
Una vez sola, el muelle del Barrio Fluvial le pareció a Agnes Baker más siniestro que nunca. La orilla del río Miskatonic burbujeaba extrañamente como si una bestia marina anduviera al acecho y la poca gente viandante que había le daba mala espina, por lo que Agnes fue a la única tienda del muelle que aún no había cerrado y, al mismo tiempo, consiguió las recetas necesarias para formular sus hechizos y sonsacó algo de información al tendero.
Al salir de la tienda una oscura criatura alada bajó de los cielos y a punto estuvo de llevársela con sus enormes y afiladas garras. Aquél horrendo llevaba cuernos en la cabeza y carecía de rostro, aunque Agnes hizo acopio de un coraje inesperado para zafarse de la bestia y ponerse a salvo.

Corrió hasta el Barrio Este mientras continuamente creía observar una especie de sombra sin rostro ni forma que la acechaba desde la oscuridad. Se oía discurrir el río Miskatonic cerca del restaurante donde Agnes trabajaba, el Velma. Ahí la conocía mucha gente y no tuvo muchos problemas en conseguir la información que buscaba. Alguien le comentó que últimamente estaban desapareciendo muchos cadáveres de la morgue del Hospital Saint Mary, y los rumores apuntaban a una de las técnicos forense del centro: una tal Ruth Turner. 
Agnes no necesitaba que le explicaran más para darse cuenta de la relación entre esta historia y la que le había contado Lita acerca de los gules, por lo que echó a correr hacia la Universidad Miskatonic para ir al hospital Saint Mary acechada por esa sombra invisible y perturbadora.

Atravesando la universidad para dirigirse al hospital, Agnes se topó con una figura envuelta en una túnica oscura que decía con voz trémula que no debería haberse metido en algo tan siniestro y cuyos fines no alcanzaba a comprender. Agnes titubeó y el mago de la secta de Arkham, como se describió a sí mismo aquel ser, se abalanzó sobre ella con intenciones poco amistosas. En un acto reflejo, unas palabras de origen desconocido brotaron de la comisura de los labios de Agnes y el mago cayo al suelo en un grito agónico. El hechizo de consunción de Agnes le estaba dando buenos resultados, aunque en su interior sentía que debía de tener cuidado a la hora de pronunciar aquellas palabras arcanas y cargadas de maliciosas intenciones.
De repente el cielo nocturno se oscureció y comenzó a llover. Agnes se quedó mirando el cielo boquiabierta y los ojos se le pusieron en blanco. Le pareció ver una intensa y brillante luz en medio de la tormenta y, cuando todo pasó, tuvo la certeza de que el resto de la noche iría bien. Agnes apenas comprendía los sinuosos caminos de la magia arcana, pero con la práctica iría aprendiendo y mejorando su uso.
Agnes continuó hacia la morgue del hospital y sintió cómo una enorme y suntuosa sombra se le aproximaba desde las sombras. Esta vez tenía rostro y estaba tapado con una máscara fabricada con el cráneo de un animal. El tipo llevaba una gabardina empapada y oscura con un cuchillo ovalado al que Agnes recordaba de los vistos en los antiguos libros ritualísticos de la biblioteca. Se inició entonces un duro combate entre ambos. El enorme ser enmascarado profería gritos salvajes de furia mientras Agnes, ya algo cansada, volvía a invocar la magia arcana a través de sus palabras. A pesar de que le costó mucho más que poco antes, el hechizo de consunción volvió a ella y convirtió al sectario en polvo, aunque no antes de que este le rajara el brazo, que ahora tenía ensangrentado. Agnes sabía que no tenía tiempo, pero decidió buscar algo en la biblioteca que le ayudara a dominar mejor su creciente poder arcano; lamentablemente no tuvo demasiado éxito.
Ya en el hospital no le costó demasiado localizar a Ruth Tunrner, la técnico forense que al parecer era miembro de la secta y proveía de cadáveres a los terribles gules. e intentó hablar con ella. Sin embargo la mujer salió corriendo en el mismo instante en que sus miradas se cruzaron. Comenzó entonces una persecución en toda regla a través de los abarrotados pasillos, escaleras, salas y jardines de exterior del Saint Mary hasta que finalmente Agnes consiguió atraparla. Ruth Turner confesó información útil a Agnes y ésta decidió entonces aprovechar su visita al hospital para tratar las heridas acumuladas por la dura pelea contra el ser enmascarado.

Tras descansar brevemente, a Agnes le dio un ataque de amnesia. No era el mejor momento debido al poco tiempo que le quedaba, pero de repente olvidó dónde estaba y qué estaba haciendo en aquel lugar. Sosteniéndose la sien con la mano, decidió volver sobre sus pasos hacia la Universidad Miskatonic. Ahí se encontró con una joven estudiante que la había estado visitando últimamente al restaurante de Velma. Se declaraba una iniciada en lo arcano, y a Agnes le vino bien su ayuda en aquellos momentos para acabar descubriendo la localización de otro de los sectarios de Arkham. La chica conocía al viejo Watherley, de la tienda de curiosidades, y éste aseguró que un tal Victoria Devereux había estado muy interesada en adquirir cierta máscara de su stock. La memoria de Agnes fue mejorando y no tuvo dudas al respecto, por lo que se apresuró al Barrio Norte para dar con la mujer.

Victoria Devereux se encontraba a punto de subir al tren cuando Agnes la vio. Tuvieron una larga conversación y a mujer parecía apenada al ir descubriendo más cosas sobre la propia secta a la que pertenecía. Agnes tuvo que ofrecer a Victoria una cierta seguridad si esta le contaba lo que sabía sobre los planes secretos de la secta, pero a costa de su gasto en recursos obtuvo la información que necesitaba.

Estaba ya más cerca de concebir los planes de la secta para la medianoche, pero el tiempo se acercaba y aún tenía que localizar a la otra mitad de los sectarios más prominentes.
Antes de abandonar la estación decidió interrogar a los transeúntes ofreciendo el poco dinero que le quedaba, pero mereció la pena ya que obtuvo la información sobre el paradero de otro de los sectarios. Alguien había visto a Herman Collins, enterrador del cementerio de Arkham, cavar túneles bajo tierra durante la noche, y Agnes salió corriendo atravesando el Centro de Arkham.
Sin embargo una sombra la acechó mientras pasaba junto al Primer Banco de Arkham. Era un ser volador, y ya se había encontrado con alguno durante aquella noche. Más tarde comprendería que se trata de Ángeles Descarnados Cazadores, que no solo intentan elevarte por los aires, si no que también pretenden comerte vivo. Agnes logró evitar al monstruo metiéndose entre los callejones más estrechos de la ciudad, mientras avanzaba con paso firme hacia el cementerio aunque tendría que atravesar obligatoriamente por el puente del Barrio Fluvial.

El tiempo se acababa. Apenas restaban unos minutos para la medianoche y Agnes tuvo que hacer frente a unos miembros de la secta ataviados con túnicas negras mientras seguía escabulléndose del Ángel Descarnado. Trató de evitarlos pero no pudo. Los sectarios la siguieron y la pusieron en graves aprietos ya que el monstruo volador la acechaba sin descanso.
Demasiado cansada para lanzar hechizos y con el cuerpo plagado de heridas (aunque ninguna mortal), Agnes consiguió escapar de los sectarios antes de adentrarse en el oscuro y tétrico cementerio, lugar en el que creía oír agonizantes murmullos y en el que el aire estaba densamente viciado. Tras dar vueltas buscando al enterrador, finalmente dio con éste. llevaba una máscara de cráneo de animal y una pala de hierro y madera. Parecía a punto de partir, pero Agnes se las ingenió para entretenerlo y sonsacarle valiosa información sobre los planes de la secta.

Dieron las doce campanadas cuando Agnes aún estaba saliendo del cementerio. Se le había pasado el tiempo pero tenía a su disposición los datos suficientes para localizar a la secta y evitar que llevaran a cabo su maléfico plan de tratar de invocar a un espantoso ser de otra dimensión, amo de los gules y capaz de destruir a toda la raza humana.

Agnes Baker corrió por las calles de Arkham para encontrarse con Lita Chantler y, juntas, acabar con el ritual sectario que amenazaba con engullir Arkham y tal vez a toda la humanidad.



FIN DEL ESCENARIO II



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